Llegué a Brasil y São Paulo me cautivó. A los pocos días me dio la sensación de llevar toda una vida viviendo en aquel barrio de São Bento. Caían todos los días 2 o 3 chicos para grabar, fue agotador. Afortunadamente no fui solo, mi amigo Carlos compartía casa conmigo. Como muchos viajes fue dulce y amargo, la velocidad es vertiginosa y produce un profundo vacío existencial. Sexo y existencialismo, Albert Camus o Sartre se hubiera reído de mí. Esa sensación deshumanizada de la vida, efímera, frágil, cargada de emoción, pero tan inconsistente como un suspiro. Bauman lo llamaba amor líquido, eso no podía ser líquido, se parecía más al aire, algo etéreo. Un mercadeo del ser, aunque el sentimiento era real.
A él lo volví a ver antes de irme, dos veces, además, no era como los demás, nunca supe como un chico así podía estar tan pillado por mí. Yo accedí a quedar con él después de grabar, todo de su cuerpo me gustaba, su sonrisa y dientes perfectos, sus ojos marrón oscuro casi negro, su piel morena y tatuada, cuello, pecho, brazos y piernas, su forma de andar, tocar y seducir, todos en São Paulo parece que los hubieran enseñado desde niños a seducir, era algo que se sentía como innato. Masculino y femenino, pero no como un andrógino, lo suyo era más como la ciudad de São Paulo, voluble. Le encantaba vestirse con ropa femenina, pero él no era amanerado, era una combinación muy peculiar. Me llevo un muy buen recuerdo de él, besarlo mientras sonaba “Não existe amor em SP” de Criolo. Ojalá el destino nos junte de nuevo.
Técnica: Ilustración digital
Medidas: 63 x 41,5 cm
Fecha: 2022
Llegué a Brasil y São Paulo me cautivó. A los pocos días me dio la sensación de llevar toda una vida viviendo en aquel barrio de São Bento. Caían todos los días 2 o 3 chicos para grabar, fue agotador. Afortunadamente no fui solo, mi amigo Carlos compartía casa conmigo. Como muchos viajes fue dulce y amargo, la velocidad es vertiginosa y produce un profundo vacío existencial. Sexo y existencialismo, Albert Camus o Sartre se hubiera reído de mí. Esa sensación deshumanizada de la vida, efímera, frágil, cargada de emoción, pero tan inconsistente como un suspiro. Bauman lo llamaba amor líquido, eso no podía ser líquido, se parecía más al aire, algo etéreo. Un mercadeo del ser, aunque el sentimiento era real.
A él lo volví a ver antes de irme, dos veces, además, no era como los demás, nunca supe como un chico así podía estar tan pillado por mí. Yo accedí a quedar con él después de grabar, todo de su cuerpo me gustaba, su sonrisa y dientes perfectos, sus ojos marrón oscuro casi negro, su piel morena y tatuada, cuello, pecho, brazos y piernas, su forma de andar, tocar y seducir, todos en São Paulo parece que los hubieran enseñado desde niños a seducir, era algo que se sentía como innato. Masculino y femenino, pero no como un andrógino, lo suyo era más como la ciudad de São Paulo, voluble. Le encantaba vestirse con ropa femenina, pero él no era amanerado, era una combinación muy peculiar. Me llevo un muy buen recuerdo de él, besarlo mientras sonaba “Não existe amor em SP” de Criolo. Ojalá el destino nos junte de nuevo.
Técnica: Ilustración digital
Medidas: 63 x 41,5 cm
Fecha: 2022
Su carrito actualmente está vacío.