
Mercaderes de la muerte
El erotismo y el sexo son aspectos importantes de la vida. La opinión predominante considera que el sexo es un asunto privado, y en este sentido, existe cierta manga ancha, pero las demostraciones públicas en espectáculos u obras artísticas sigue siendo poco frecuente. El sexo no deja de mirarse con curiosidad y pudor, para muchos son actos que no son aceptados socialmente.
Por eso, la libertad sexual sigue considerándose algo oscuro, subversivo o deleznable. Todavía en el siglo XXI muchos ciudadanos siguen oprimidos, reprimiendo su sexualidad, sin poder vivir lo que para el ser humano supone el ejercicio de la trascendencia, el libre ejercicio de su sexualidad.
La sexualidad y el sexo, van de la mano, tanto para el célibe como para el promiscuo. No deben existir represión, estigmas o coerción.
Hoy más que nunca se pone de relieve como el PSOE en España cercena la libertad, precisamente el supuesto abanderado de las libertades, la democracia o el feminismo es hoy quien la pretende aniquilarla.
En septiembre, estos “abanderados de la libertad” se convertirán en los mercaderes de la muerte; invisibilizando la prostitución no acabarán con ella. Quien está a favor de la abolición, está a favor de la prostitución clandestina, quien está a favor de la abolición está a favor de la muerte y la esclavitud.
La única solución a los grandes problemas de la humanidad relacionados con la esclavitud es la regulación de la prostitución, es dotar de estructuras, resortes, protocolos, y un marco legal para acabar con el abuso, el intercambio ilícito de sexo, y el tráfico con seres humanos especialmente niños. Solo así las victimas tendrán voz.
Los abolicionistas pretenden llevarnos al mundo de las sombras, nos llevan a los años de la dictadura, nos llevan a la represión, a la censura. Nuestro deber moral y ético es arrojar luz en un mundo lleno de tinieblas, por humanidad, por sororidad; si uno es feminista, esta es la única decisión, quien realmente mira por el bienestar de las mujeres, el bienestar de todas, no puede ser abolicionista.
Ideas trasnochadas postmodernas, que han metido en una coctelera de cinco términos grandilocuentes como progresismo, justicia social, igualdad, feminismo o patriarcado y desprovistos de todo argumentario o base filosófica lo enarbolan como si fuera un confeti en cada discurso. El enemigo del pueblo ya no es un terrible monstruo vestido de dictador, ahora el enemigo del pueblo se viste de cordero siendo lobo.