Felicidad

La felicidad, ese concepto esquivo que tantos persiguen, a menudo se revela no en el acto de buscarla desesperadamente en el mundo exterior, sino en el viaje introspectivo hacia el reencuentro con uno mismo. Vivimos en un tiempo en el que la prisa y la distracción nos arrancan constantemente del aquí y el ahora, vamos de aquí a allá con el piloto automático alejándonos de nuestra esencia más genuina.

Cuando la vida te duele aprendes a vivir anestesiado, solo pilotas la nave cuando realmente merece la pena, el resto del tiempo vives en una especie de letargo para no sentir demasiado, para vivir pero lo justo.

Quizá sea reencontrarse como el despertar de la crisálida, reencontrarse con uno mismo es como desandar un camino que nunca debimos abandonar, pero que nos vino bien recorrer, nos dotó de conciencia. Reencontrarse implica despojarse de las capas que la sociedad, el tiempo y nuestras propias inseguridades han ido superponiendo sobre nuestra verdadera naturaleza. En este proceso de reconstrucción personal, descubrimos que la felicidad no es un estado perpetuo de euforia o alegría, sino una armonía interior, un acuerdo tácito entre el ser y la existencia.

Es en la sencillez de comprender quiénes somos realmente, con nuestras luces y sombras, con nuestras victorias y fracasos, donde comienza a florecer una felicidad más profunda y auténtica, ese momento al que yo llamo paz. Al aceptar nuestras imperfecciones, liberamos el peso de las expectativas imposibles y damos paso a un estado de paz que nos permite estar presentes, plenamente presentes, en cada momento de nuestra vida.

La verdadera felicidad surge cuando nos atrevemos a mirar en nuestro interior y abrazar aquello que encontramos, cuando somos capaces de bailar con nuestras propias contradicciones y entender que el verdadero reencuentro no se trata de ser perfectos, sino de ser sinceros con nosotros mismos. En ese acto de aceptación y autoconocimiento, descubrimos que no necesitamos buscar incansablemente la felicidad, pues con cada paso hacia nuestro ser, ella nos encuentra.

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