Ghosting

 

Muchos me habéis contado vuestras historias de amor e incluso las de ghosting. Que dolorosas son ¿Verdad? Ahora me toca a mí, voy a sincerarme y contaros mi historia.

Después de aquella experiencia me volví más frio y menos ingenuo, poco aprendí de dicha experiencia, fue un sufrimiento vacío que no llevaba a ningún sitio, lo sentí así.

Como toda persona que vive mas en su mente soy romántico e idealista, cuando me ilusiono, el dolor de la decepción es como si me golpeara más duro que al resto.

Comienzo mi historia con como conocí a mi verdugo. Era invierno, aunque no recuerdo exactamente qué fecha, solo recuerdo que hacía mucho frío. Hacía poco que había cortado con mi ex y había vuelto a Barcelona por trabajo. Era tarde y me asaltó una de esas noches con ansiedad y cachondo, dos o tres de la mañana, la peor hora. Abrí una de esas aplicaciones, la de la máscara naranja, ya todos la conocéis. De repente la aplicación explotó de mensajes, después de llevar 20 minutos contestando mensajes, uno de ellos me llamó mucho la atención, un chico que me sonaba familiar, como si hubiera hablado con él antes, así era, antes de que hubiera empezado a salir con mi ex, habíamos empezado a hablar, pero yo entré en una relación y eso quedó así sin más.

Le dije que solo buscaba sexo, a veces soy un poco brusco lo reconozco. Me di un paseo hacia su casa, unos 20 minutos andando, ¡qué jodido frío hacía esa noche y además viento!, lo que uno llega a hacer por sexo. Llegué a su casa, me abrió la puerta. Me quedé impresionado porque aunque era un poco más bajo de lo que esperaba en sus fotos, era muy guapo.

Me invitó a pasar y aunque yo iba con muchas ganas pise el freno y dejé que la situación se diera a la velocidad normal.

Me senté en su cama, yo le pregunté por que hacía tanto frío, me contestó que la calefacción estaba estropeada. Todo en él me gustaba, sus gestos, su forma de hablar, su mirada, hasta como sonreía levemente. No nos conocíamos de nada y yo sentía ya conocerlo de siempre. Me preguntó sobre que música me gustaba, respondí lo de siempre, desde cantos gregorianos, hasta scream, lo reconozco, soy muy ecléctico con la música.

Me preguntó sobre la música clásica, uno de mis géneros preferidos, hablamos unos minutos sobre compositores y estilos, uno de ellos me llegó a la mente, waltz nº2 de Dmitri Shostakovich, uno de mis compositores preferidos, quizá fuera por el frío que me hizo recordar a la influencia rusa o porque terminé de leer “Un siglo de cuentos rusos”, os lo recomiendo.

Estaba sonando la música, los dos sentados en la cama, y no pude evitar besarlo. Todo de él me gustaba, el olor de su piel, el sabor de su boca, sus besos, como pasaba su mano por mi cuello, como me quitaba la camiseta.

Tuve esa sensación de que el tiempo se detuvo para alargar lo máximo posible ese momento, besar su cuello y su espalda, sentirme dentro de él y apretarlo fuerte contra mí.

En el calor de la cama lo abracé descasando su cabeza en mi pecho, le dije que me diera 5 minutos para volver a mi casa. Ya era bastante tarde, pero el me dijo que podía dormir con él. Accedí y en el calor de la cama nos quedamos dormidos.

Al día siguiente pasamos el día juntos, además revisé la caldera y conseguí repararla, nos pudimos duchar juntos, llevaba mucho tiempo que no compartía ese momento con alguien.

Paseamos por Barcelona y fuimos a comer, ahora me siento idiota, pero hasta verlo comer me fascinaba, cada palabra, cada mirada sentía que me la dedicaba personalmente.

Le dije que en la tarde tenía mi tren de regreso a Murcia, me preguntó si tenía algo que hacer en los días siguientes, le contesté que no, y me pidió si podía quedarme con él un par de días. Llamé a la estación y me dijeron que no había problema para cambiar los billetes, sentí, que era cosa del destino. Pasé unos días maravillosos con él.

El tiempo fue pasando y hablábamos mucho, volví a la ciudad de Barcelona varias veces, cada vez que me volvía a encontrar con él, era revivir ese momento mágico que había vivido el primer día que me abrió la puerta. Pasear con él por Barcelona sintiendo el sol me llenaban de esa sensación de paz y tranquilidad. Incluso, hicimos algún viaje juntos en coche por los alrededores.

Un día le dije que como en otras ocasiones iría a Barcelona, lo sentí esquivo. Le escribí en varias ocasiones y cada vez tardaba más en contestar, incluso a veces ni contestaba. Cuando estaba en Barcelona le pedí que por lo menos nos viéramos 5 minutos, para tomar un café, simplemente para verlo, saludarlo, aunque entendía que estuviera ocupado.

No me volvió a contestar, lo sentí como una puñalada. Fue un momento doloroso, el no tener ni tan siquiera una respuesta era otra de las cosas que más me reconcomía por dentro. ¿Era culpa mía?, nunca obtuve respuesta. Con el tiempo ese golpe empezó a mitigarse y a dejar de doler, pero la marca se quedó. La marca de la traición que te hace actuar con pies de plomo, lleno de inseguridades y miedos del… Y si… ¿me lo volverán a hacer?.

Si lo has vivido sabrás lo que siento, y si has hecho ghosting recuerda que es mejor aclarar las cosas, y dejar que cada uno haga su viaje que desaparecer.

1 comentario

  • Entiendo ese dolor que cuentas, porque es un dolor que hacía mucho tiempo que no sentía y que recientemente he vuelto a sentir. Me encuentro sola después de dos años de salir con un chico agradable y bueno, pero por desgracia siempre con aplicaciones en mi smartphone. Sobre todo, lamento esa sensación de inseguridad que te dan estas experiencias, de un momento a otro te sientes inútil, herida, quemada. Yo también vivo a menudo en mis propios pensamientos y a menudo me pregunto si no soy la única que confunde esos momentos maravillosos en los que encuentras a alguien que te escucha, que te comprende… con verdaderas joyas raras que hay que proteger.

    Escribes bien, da gusto leerte.
    Saludos desde Venecia

    Dado en

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