Soledad

Soledad

By Charlie Cherry

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La soledad no es ausencia de compañía, sino la presencia desnuda de uno mismo, una imagen frente al espejo que a menudo tememos mirar. Le hemos colgado el estigma del fracaso, la hemos confundido con el abandono, cuando en realidad es el silencio fértil donde el yo aprende a escucharse sin el ruido de los demás. La soledad es una condición inevitable que nos recuerda que, en última instancia, somos los únicos arquitectos de nuestro sentido. Es en ese espacio, ese intervalo ineludible donde no hay ecos, que se nos ofrece la más radical de las libertades: la de elegir quién seremos lejos de las expectativas ajenas.

A veces nos encontramos con la soledad de manera abrupta, como un encuentro inesperado en una calle oscura, y puede doler; es la punzada de la angustia al confrontar nuestra propia finitud. Pero si la aceptamos, si la miramos a los ojos sin huir a las distracciones, descubrimos que es también el lugar donde se gesta la autenticidad. Es el momento de la pausa reflexiva donde las ideas y las pasiones, antes dispersas por el compartir, se condensan en una forma nítida y propia.

Así la soledad se transforma de un peso a un santuario personal, no como un castigo, sino como el privilegio de estar, por un tiempo, completamente a cargo de la melodía de nuestra propia existencia, preparándonos para que, al volver al mundo compartido, nuestra presencia sea más plena, más rica y, sobre todo, sinceramente nuestra.

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